La era Kindle y el fin del romance de los autores

kindle grayDesde que el ebook apareció, más específicamente desde que Amazon Kindle se expandió a toda la faz de la Tierra hubo enfrentamientos. Quienes pusieron el grito en el cielo fueron las cinco grandes editoriales, ellos fueron quienes manipularon a la prensa para hacerse notar porque ninguna editorial chica podría lograrlo. Sin embargo, lo más curioso no es la postura de las editoriales y su «No-No», sino que lo curioso es que los lectores no les hicieron caso a sus rabietas.

El otro problema es lo que opinan los propios autores y a eso quiero referirme.

Hoy en día, los autores se sienten amenazados por la presencia de los ebooks, la distribución rapidísima que se puede realizar hoy en día de sus trabajos, con conexiones simples hasta grandes volúmenes empaquetados que viajan a través de los océanos.

Pero hay más.

Los autores aducen que es su trabajo, lo cual es cierto, escribir representa sus vidas para algunos. Y ese trabajo es «hurtado».

DRM, el sistema anti-copia

Déjenme aclararles algo en principio: muchas de las editoriales se quejaron ante el DRM (Digital Rights Management) y, como relata en varias notas periodísticas que pueden encontrar en la web, las editoriales mismas decidieron no utilizarlo:

«Estos tipos de libros están usualmente limitados a cierto número de dispositivos de lectura y algunas editorales de publicaciones electrónicas previenen cualquier copia o impresión. Por esto, muchos consumidores se han mostrado reacios a comprar y usar libros electrónicos. Se cree que el DRM es una de las razones principales por la cual el mercado de los libros electrónicos ha tenido un lento despegue». Extracto de la Wikipedia.

Hay un problema menciona muy por encima con el DRM, algunos buenos libros comprados legalmente sencillamente no funcionan con ciertos lectores, no son compatibles. ¿Y el lector? Bien, gracias, que use otro dispositivo.

Así es como el dichoso DRM que se creó para proteger la propiedad intelectual, se convirtió en un quebradero de cabeza y era más fácil sólo sencillamente no tenerlo. Sí, aunque pudieran tener copias piratas de sus libros, incluso con ese contra fue preferible.

Entonces, volviendo al autor, tendrá que soportar (por directriz editorial) que hayan copias que escapen a su control, copias piratas específicamente. El problema es que desde el nacimiento de la web siempre vuelven a la misma controversia tanto músicos, como escritores, como autores de todo tipo, e inclusive científicos. La web se ha escapado de las manos de todos, incluso de los propios jueces que han (estúpidamente) denegado al acceso de ciertos números de IP creyendo que con eso acabarían con el problema.

Gravísimo error por falta de información.

Sin DRM, ¿vulnerables?

Todo depende de cómo se mire, por supuesto.

He visto que ciertos autores atacan a cualquier fanático que se precie de serlo por distribuir sus copias. Pero también existen otros casos.

Uno que quiero citar es lo que ha sucedido con Sarah J. Maas y su «Throne of Glass» (vendido como «Trono de Cristal» en español). Maas comenzó a publicar su libro en FictionPress.com cuando tenía tan sólo 16 años de edad en 2002, vale decir que su historia (antes llamada «Queen of Glass«) fue todo un éxito en el sitio. Seis años más tarde, en 2008, comenzó a buscar un agente para vender su historia y un año más tarde lo consiguió. En 2010, Bloomsbury lo compró y pidió dos libros más para la serie. ¿El resultado? «Throne of Glass» está disponible en 15 países y 23 idiomas. Ni más, ni menos.

En esos seis años de distribución libre y gratuita fue que Maas se hizo con cierta fama, lo que ayudó a que su agente lo vendiera. Cuando finalmente se comercializó, las personas sabrían exactamente qué estarían comprando pero desconocían toda la obra porque, claro está, sólo las primeras partes fueron gratis.

Es cuando vuelvo a qué tan mala es la distribución gratuita. Bien, Sarah lo hizo a conciencia, quizá sólo inicialmente pensando en compartir una historia y nada más, quizá no. El asunto es que la base de fans de ella proviene de las distribución gratuita, del boca en boca y de la promoción impensada por simples lectores.

Si esto es así, el boca en boca quizá no es muy efectivo, sobre todo en un mercado como el hispanoparlante que casi no lee. Pero, todavía quedan esperanzas.

Hay una vieja ley del márketing que dice que:

  • 1 cliente satisfecho cuenta su experiencia a 5 personas,
  • 1 cliente insatisfecho cuenta su experiencia a 11 personas,
  • Conseguir 1 cliente nuevo cuesta 5 veces más que retener a los actuales.

Visto esto desde el ámbito digital, ahora un cliente puede atravesar fronteras. Y, de ser así, quienes deberían andar con cuidado en el terreno deberían ser quienes desean vender. Al lector le da igual lo que hagan (a menos que maten a sus personajes favoritos, claro está), pero al autor no le conviene atacar directamente a su misma base de fanáticos. ¡De ningún modo!

Experiencias post-fanfiction

En los inicios del fanfiction, las grandes compañías de televisión lo vieron como un enemigo, algo a lo que había que atacar enardecidamente. Entonces surgió «Xena: Warrior Princess» ¿y qué hicieron sus productores?

Bien, como era un grupo que bien podría equipararse con un par de niños jugando, los productores no sólo NO bloquearon el fanfiction sino que además lo fomentaron. De hecho, no podían decirlo, pero ellos ‘tomaron’ ideas de los fans y las trasladaron a sus guiones directamente. Y, claro está, no podían decirlo porque sino deberían pagarles a los autores de dichas ideas originales.

Así que el tiempo transcurrió y el fanfiction Xenite es uno de los más grandes de la web, tan grande como el fanfiction de «Star Trek«.

Sin importar sus fallas, errores gramaticales u ortográficos, sin importar nada, el fan fue tomado como un fan. Se agruparon, conglomeraron y divirtieron juntos, ¿el resultado? Cientos de autoras (ahora galardonadas) han venido exclusivamente del fanfiction Xenite a llenar las estanterías de libros. Y, claro está, la conversión de la serie a la categoría casi imposible de «serie de culto».

El mundo a través de la fibra óptica

Así que, en verdad, tenemos todo un problema aquí. ¿Qué es lo correcto y qué no en la web? ¿Está bien o mal la distribución?

La pregunta que yo me hago es: ¿Qué tan buena es la distribución como para que hayan este tipo de problemas?

Los autores dicen: el libro se vende barato.

Sí, ¿pero cómo se accede al libro (o ebook)? A través de Amazon, por ejemplo. O sea, para acceder al libro tenemos:

a) Pedirlo: Llegará directamente al lector de ebook en el caso del digital,  ahora el caso del libro físico necesita del correo.

¿Y bien? Argentina, por ejemplo, no hasta hace mucho tenía problemas para la entrega de libros. No estoy sabiendo si éstos continúan, pero antes debíamos al menos perder unas diez horas en Aduana ¡por un simple libro! Firmar una tonelada de papeles, declaraciones y demases por el estilo. Un horror.

b) Pagarlo: Se realiza por medios electrónicos o tarjeta.

¿Y si no tenemos tarjeta? ¿Y si nuestro país está bloqueado para eso? Ah, claro, es muy fácil sentarse desde sitios sin esos problemas típicos de los gobiernos populistas a decirnos que no queremos (no es que no podemos) pagar. Muy gracioso, de hecho.

c) Costo: El libro está a 5 dólares/euros. Es baratísimo.

Claro, barato. En Argentina eso representa casi 70 y 80 pesos argentinos al día de la fecha, que con el último podrían comprar una «garrafa social», es decir, la que vende el Estado, ni hablar del precio que tienen los comercios. Es difícil definir las prioridades, pero apuesto a que más de uno prefiere no pasar frío a comprar un libro, eso seguro.

Y hay algo más que no tienen en cuenta: el cargo de las tarjetas de crédito por compra en moneda extranjera hasta antes que levantaran el cepo en mi país era del 35%, o sea que eso se agregaba al gasto de:

Precio del correo + Precio del libro + % de la tarjeta = Costo real del libro físico

Hete ahí que, generalmente, nos convenía conseguir el ebook: nos ahorrábamos tiempo, dinero, mal humor y demás, aun sabiendo que el lector podría fallar y dejarnos con las manos vacías.

Lo bueno de esta historia es que el gobierno populista fue vencido en las urnas. Así que todo aquello quedó como una vieja pesadilla que vivimos, pero que a las editoriales y a los autores les importaba un bledo.

Hay una chica en Venezuela que me dijo no hace mucho que directamente era imposible para ellos conseguir un libro porque era descomunal su precio.

Pero, vuelvo a recordar, las editoriales no están acá, están en España, en Estados Unidos, en otros sitios donde nada de esto es tenido en cuenta. Bien, Argentina supo tener las mejores editoriales en su seno, pero tras 2002 o bien quebraron, o bien fueron vendidas o se autoexiliaron al exterior.

De fanáticos a enemigos

Alguien por ahí llamó «pseudo traducciones» a ciertos libros. Bien, he visto «traducciones editoriales» que sinceramente apestaban y, sin ir más lejos, en Kindle Store mismo, la editorial a la que defendían tiene un libro en particular al que entré cuyas 2 únicas reseñas dicen que la traducción es un asco.

Hay traducciones no malas, mal interpretadas por el traductor automático. Pero el traductor automático no es una persona, es sólo un medio. Ahora, cuando una editorial traduce mal y está cobrando por lo que traduce, los lectores entran en cólera (y con razón). A nadie le gusta sentirse estafado. Y se apresuran, claro, o contratan servicios mediocres.

Pero hacen cosas peores: editores y autores atacan a los fans.

Una vez di mi opinión sobre el mundo editorial y, como si yo fuera la editora del New York Times, me saltaron a la yugular por dar esa opinión. Desde entonces, siempre quedo con ese gusto amargo de saber que a ellos no les gustan las opiniones de las personas, que tienen una visión casi les diría prehistórica a mi entender.

Sigo preguntándome (como hace años) si habrá algún fundamento real para traducir un libro a español, editorialmente hablando, por supuesto.

¿Y mientras tanto qué?

Bien, coman aquellos libros malísimos, mal traducidos y es lo que hay porque hay pocas elecciones.

Esas «pseudo traducciones» no solo que allanan el camino a nuevos autores con ideas menos tradicionales sino que, además, hacen que no tengamos que esperar a que las editoriales se dignen a entregarnos algún libro. Hace que podamos estar al día con el mundo, no bajo la tiranía despótica de dos o tres personas que deciden qué leemos y qué no. Hacen, señores, que nosotros podamos decidir con un criterio más amplio de miras y no bajo la lente que quieren imponernos.

Eso es la «pseudo traducción», la rebeldía y la liberación que un par de entendedores angloparlantes les dan gratuitamente a quienes no entienden y en el mundo editorial reaccionan (y no es poco decir) como si fuéramos herejes en medio de la Inquisición.

¡Dios! ¡Cálmense!

¿Es que tanto les molesta que en el mundo existan personas que piensen distinto a ustedes? Porque hablo de traducciones que nada tienen que ver con sus negocios editoriales, que jamás tocaron y sin embargo, que ven como si fuera el arma de un apocalipsis seguro. Gratis y lejos de sus asuntos, ¿qué problema tienen con eso?

Conclusión

Creo que hay que replantear seriamente la forma cruda y anticuada en la que ven a la web. Puede utilizarse a favor o en contra, según se mire, pero jamás hay que prejuzgar.

Hay factores que demuestran que aquello a lo que ustedes creen una desventaja puede jugar a su favor, pero no están queriendo jugar, ni siquiera lo intentan. No digo que los autores no merecen su dinero, sino que hay que cambiar la mentalidad, repensar las cosas, buscarle una vuelta de tuerca que satisfaga a ambas partes pero para eso hay que:

  1. Entender al otro, globalmente hablando. No todos somos iguales ni vivimos las mismas realidades a diario.
  2. No hay que subestimar jamás, no hay que prejuzgar porque podrían estar tremendamente equivocados.
  3. Hay que tener una apertura mental más allá del «no», porque puede que terminemos perdiendo de vista el flujo constante del avance tecnológico, mental, estructural y demás hacia lo global.
  4. El temer al cambio sólo produce parálisis.
  5. Hay que adaptarse al cambio. Quien no se adapta, muere. Exactamente igual que en la ley de Darwin.

Sé que debe ser muy difícil para alguien que no vivió, como yo, con los dedos pegados al teclado desde chicos. Yo soy lo que será esta nueva Generación Centennial y no pertenezco a ésta porque nací antes, porque tuve la suerte de tener acceso mucho antes que la mayoría a estas tecnologías y me son de lo más natural del mundo. Pero tienen que plantearse estas cosas si no quieren terminar en el olvido. Aunque, tengo que decirlo, es como pasar a un elefante por una aguja, difícilmente la mayoría de los que están hoy como exponentes de la cultura sobrevivan a ese cambio.

Pero como todo, puede que me equivoque también.

6 comentarios en “La era Kindle y el fin del romance de los autores

  1. Che, interesante articulo. Acabo de leer mucho de lo que yo misma pienso.

    Lo que si, es indudable que no se plantean la posibilidad de «caer en el olvido». Están al frente de un sistema que funciono durante muchos años; y es un poco razonable que se resistan a los cambios.
    Sobre todo cuando esos cambios son tan contrastantes, e implican una potencial reducción en sus ingresos y en su poder. Porque, al fin y al cabo, siempre fueron las editoriales las que definieron que es lo que llega al publico, y que no.
    Internet en cierta forma cambia eso. Por ende, le darán mil vuelas para tratar de zafar, y van a agarrarse con uñas y dientes a todo lo que puedan conservar.

    Del mismo modo que algunos nuevos autores se benefician de estos medios de «publicación» masivos; otros se sienten perjudicados por la reducción en sus ingresos (los cuales, de por si, no siempre son buenos) que significa la piratería. Evidentemente todo tiene sus pros y sus contras.

    La posta seria que todos encuentren una forma de beneficiarse para capear estos perjuicios, porque claramente las restricciones que plantean no están dando buenos resultados, y, por la naturaleza misma de internet, parece difícil que lo hagan en un futuro. Controlar el flujo de información por internet es como tratar de frenar un baldazo de agua con las manos.

    A menos que sobrevenga un desastre energético masivo y muera súbitamente internet; o encuentren una forma mas efectiva de restringir accesos; evidentemente las editoriales (y los autores) van a tener que repensar muchas cosas (o resignarse definitivamente a la piratería).

    Y no es solo con la ficción y los consumidores privados; las mismas bibliotecas publicas reniegan a morir con algunos de los nuevos sistemas que implementaron algunas editoriales.
    Te cuento un ejemplo: publicaciones técnicas que, al comprarlas antes podían tener disponibles (en cierta edición), en formato físico por lo que dure la vida util del mismo; ahora las obtienen en formato digital por tiempo limitado… básicamente en vez de comprar un texto, lo están alquilando. Y, si se cae la suscripción (mejor no hablemos de los presupuestos con los que cuentan bibliotecas como la de Ingeniería de la UBA), perdieron cualquier acceso a los contenidos por los que pagaron.

    So; gracias por darme una buena excusa para canalizar frustraciones quejándome un rato; me voy a seguir estudiando para el final que rindo mañana. Bollocks.

    Un saludo.

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    1. Sí, es interesante ver cómo intentan sobrevivir. Ayer veía que una serie de libros que antes valía cierta cantidad de euros finalmente se puso a la venta al precio que los usuarios quieran otorgarle. Bien, eso no se puede hacer en Amazon si no estás registrado como editorial pero es un buen comienzo de repensar la venta, hay muchas personas que piratean no porque «no quieren pagar» como las industrias creen sino porque el precio se les hace exorbitante. A mí me pasa.

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      1. Seh, obvio, a mi también me pasa… El motivo por el que me volqué inicialmente a los ebooks, hace… mierda… casi diez años?! Fue precisamente por eso.
        Y hoy en día la cosa no esta mejor. O sea, laburando, apenas llegas a fin de mes para pagarte los viáticos, faltas a clases porque no llegas con la guita… los libros copados se convierten en la clase de lujos de los que no te queda mas remedio que prescindir.
        Ademas no me llevo con Kindle, no llegue a usarlo. Lo descargue hace unos meses y me ocupaba un espacio bestial en el teléfono… Encima creo que me pedían la tarjeta de crédito para abrir la cuenta, o algo así. Me dio la impresión de ser la version literaria de Netflix, son cosas que no dan para esos bolsillos que la reman en dulce de leche.
        Lo que si me baje es el Wattpad; entro de vez en cuando, hay cosas bastante interesantes ahí dentro.

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  2. Pero Leezie, usa el Kindle Cloud que lo almacenan ellos y no tu equipo. Y no, no entres por Amazon España, entrá por USA y NUNCA actualices la ubicación. Así tenés un montón de libros gratis o a bajo costo y jamás tuve que poner mi tarjeta de crédito ni nada. De hecho, está así a propósito no vaya a ser que después tenga que pagar algún error por dormida o despistada.

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    1. Mmm, gracias por la idea. Voy a ver que onda. Yo por definición no abro cuenta en nada que me pida tarjeta, no solo por despistada, sino porque nunca sabes lo que te meten despues; una vez que les diste la tarjeta, sonaste.

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